Ella declina los verbos.
El sueño acude
con monstruos verdes.
La sangre bulle,
bajo los pies, tremor,
se abre la tierra.
Las permanencias de su historia
confiesa.
©️ Este texto está inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual.
Ella declina los verbos.
El sueño acude
con monstruos verdes.
La sangre bulle,
bajo los pies, tremor,
se abre la tierra.
Las permanencias de su historia
confiesa.
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Viajero, explorador,
náufrago, por azar
tu suelo franco encuentro,
papaya, miel y mango,
país de hojaldres, te nombro.
Entre risas y juegos,
rey de tu reino
de confite y fantasía,
me coronas.
Ya no cabe regreso,
seguiré descubriendo,
cada noche,
tus formas de relieve,
mi hermosa madura,
país de hojaldres.
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Lo blanco de la página
exige que diga
a qué saben tus besos
y la humedad de tu surco
ruega mi entrada con premura,
esta medianoche de Luna Rosa.
A ver cómo se lo cuento.
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Flecha que en el aire busca
un atajo
y descubre el susurro.
Enigma que se desliza,
indescifrable,
por entre grietas.
Punto de fuga y ausencias,
poema.
Juego en el que me desnudo
y oculto,
para el fértil disfrute.
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Retoza en la laguna el cisne salvaje.
Tendido tras la hierba, oculto, lo observo.
No quiere penas ni espantos, sólo desea
bailar
al son de un rítmico y sabroso danzón
que prolongue el hechizo del atardecer.
Ningún trueno estremecerá
la quietud de la noche.
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Lenta muerte de la luz,
por calles desiertas huyo de las sombras,
los espejos me devuelven el rostro deforme.
Me detengo, me miro.
Soy un impostor, por eso escribo versos.
La poesía es una gran farsa.
Apoyado contra la pared,
lloro sin consuelo mintiendo a todos
en el rodar de la tarde.
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